Estremecida al alba
tanteando silenciosamente
por el camino blanco de tus palabras
siento el temblor de mis pasos
junto al suave trino de los pájaros
Mi aire presiente tu aire
Y ya es ruido mi respiración
Cómplice, no suena tu aldaba
ya las cerraduras se abren con donaire
Y traspaso, sin ser notada,
las soberbias puertas de tu morada
Mi calma hecha de humildades
va levitando hacia tu alma
en llanto añejo desbordada
arrostrando el temor
de audaces lejanías
– silencio, nada, terror –
Tu huerto me acoge
Y ya reverbero espléndida
entre las hojas de tamarindos y acacias
– alegría, vida, temblor-
Y este corazón me tienta
con una melodía sosegada
de trigales y amapolas matizada
-cerca es lejos-
Sostenida en un abrir y cerrar de ojos,
con mi cuerpo inmenso y desdoblado,
estremecida de pureza
ante el hondo secreto de tus manos,
contemplo tu perfil de milenario caballero
y vuela mi beso de reverencia pleno
-lejos es cerca-
y es tu sonrisa de soberbio temple
y el espacio inmenso de tu abrazo
los signos que me despiertan a la vida.
Escucha esta evocación perdida
en lo que para ti es ya
anhelo desvanecido de tu mediodía