Archivo de la categoría: Poemas

Haikus para la profesora Cazurro de sus exalumnos

Voz delicada
car
ácter de marfil
Carmen Cazurro.

Denise Durán

Su claridad
admiraci
ón produce,
gracias por todo

Bellerminda Rodríguez

Expresión pura
sentido de familia
en cuatro d
ías.

Sonia Rodríguez

Luz compartida
mujer inspiradora
fuente de bien.

Daniel de la Cruz

Alma que sueña
con voluntad de acero
sonrisa pura.

Elsie Soriano


El eco de un suspiro

Mi corazón golpea tu puerta

Tú tienes lo que yo busco: aire

palabra, tierra….

 

Me vuelvo insoportable sin ti.

Muero de ti.

 

Cuando estás tan ausente

Todo te lo digo

Y te escribo y te hablo

Desde esta cárcel de amor

Donde hora tras hora,

Nada hacemos

Sino morir


En tu huerto

El amor cantaba, cierto.

Rumores de palabras exaltadas

llegaban a sus oídos serenos

como inagotables veneros

de alegría imantada

 

Y por fin brotó su sonrisa

Entre aquella marea súbita de latidos

Le poseyó la idea de un beso

Y cerró los ojos

Mientras, ella se disfrazaba de azul

para el regreso

 

El cielo fundente de nubes espeso

fue el culpable de aquel embeleso

de risas y besos


Sin huellas

Dónde voy yo

si no me reciben


Primavera

Tentarse con el alma cimbreante del trigal

y darse con la mirada ruborizada de una amapola

en los estrictos paisajes campesinos

de un pardal


Momento

Como el tiempo

transcurres lento

Como la sorpresa

amaneces siempre

Tu magia lejana

encanta mi vida

Y mis brazos se prolongan

y mi boca te alucina

hasta prenderse

en la chispa de tu hombría


Para decir la vida

Para decir la vida

Le canto a tus palabras

Convertida en pico y alas

Con el ardiente pico las profano;

Con las batientes alas…

¡me derramo!


Letanías profanas

Me pregunto..

cuando ya no tenga un libro tuyo…

¿sabré dónde encontrarte?.

¿pisaré solitaria este camino

o seré jardín aparte

en tus mil y una noches?

Me pregunto….

Si realmente esculpes mi imagen duradera

y si en ella encuentras tu mejor ventura

si aún mi brazo unido al tuyo

ofrece gozo sereno a tu andadura

Me pregunto qué espacio nos puede dar la vida

Y si me esperas, como yo a ti,

escondida

en el Poniente

o en la Rosaleda.


De día tardo

Estremecida al alba

tanteando silenciosamente

por el camino blanco de tus palabras

siento el temblor de mis pasos

junto al suave trino de los pájaros

Mi aire presiente tu aire

Y ya es ruido mi respiración

Cómplice, no suena tu aldaba

ya las cerraduras se abren con donaire

Y traspaso, sin ser notada,

las soberbias puertas de tu morada

Mi calma hecha de humildades

va levitando hacia tu alma

en llanto añejo desbordada

arrostrando el temor

de audaces lejanías

– silencio, nada, terror –

Tu huerto me acoge

Y ya reverbero espléndida

entre las hojas de tamarindos y acacias

– alegría, vida, temblor-

Y este corazón me tienta

con una melodía sosegada

de trigales y amapolas matizada

-cerca es lejos-

Sostenida en un abrir y cerrar de ojos,

con mi cuerpo inmenso y desdoblado,

estremecida de pureza

ante el hondo secreto de tus manos,

contemplo tu perfil de milenario caballero

y vuela mi beso de reverencia pleno

-lejos es cerca-

y es tu sonrisa de soberbio temple

y el espacio inmenso de tu abrazo

los signos que me despiertan a la vida.

Escucha esta evocación perdida

en lo que para ti es ya

anhelo desvanecido de tu mediodía


Castilla

Es el primer día de verano

y encuentro la tarde

Hecha para mí,

para mi sueño

De campo, de cielo,

de trinos y aromas

El campo con sus signos de tributo

rendidos a mi corazon

me hace señora natural

de estas tierras castellanas.

Amo esta naturaleza

Su forma de ser

Que en los campos de Castilla

Tan áridos y secos

Deja que inesperado

y silvestre crezca el amor

en acuarela de colores

Instante que quiero confundir

con la vida misma..

Todo es posible bajo este cielo

Capaz de mover tanta nube gris

Y abrirse al esplendor

Siempre nuevo

De un amanecer aventurero

o de un atardecer

que es siesta de abrazos,

alegría de momentos

que se eternizan

por si acaso…

Como supongo hace la amapola

que sabe ha de desaparecer sin rastro

me siento un poco

la tierra que dentro de su dureza

aguarda el momento

para regalar su color de fiesta

a esas almas románticas

que alguna vez

se han sentido labriegas

en su faenar de esperas.