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¿Una ensoñación progresiva?

La poeta detrás de Desvaríos femeninos

Carmen Cazurro posee dos culturas, la española y la puertorriqueña, ya que llegó a la isla con sólo veintún años. Ella posee un Juris doctor por la Universidad de Valladolid, Maestría en Artes con especialidad en Estudios Puertorriqueños y del Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe; y Doctorado en Filosofía y Letras con especialidad en Literatura Puertorriqueña y del Caribe por la Universidad de Valladolid en consorcio con el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (2004). Es escritora, catedrática de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla, y miembro de la Academia de Bellas Artes.

Empezaré por los títulos: Desvarios a mí me suena a locuras . ¿Es éste el sentido del título?

Bueno la verdad que no. Yo me refería más con ese término a otros sinónimos. Por ejemplo, ensoñaciones, sueños, pero nada de locuras, definitivamente no.

¿La primera parte se titula Fuga de nostalgias. Cuál es el significado de nostalgia para usted?

En griego nostos significa regreso. Pues, yo estoy constantemente regresando a mi tierra de alguna manera en mi imaginario. Yo cierro los ojos y me veo instalada en Valladolid, mi ciudad o en los campos de Castilla. En ese sentido, me fugo de esta realidad puerrorriqueña -me escapo- y me voy a otra. En esas fugas, he compuesto muchos de estos poemas, atrapando emociones que he tenido allá desde aquí; escribiéndolas aquí.

¿Son tan imprescindibles para vivir estas nostalgias como para organizar con ellas un fuga mental?

Bueno, para mí la vida está hecha de emociones. En la medida en que las emociones se apagan, se olvida la historia personal. Entonces, cuando faltan los padres, los inmediatos familiares, te quedas tú sólo con tu historia, con la que ya ha pasado; sólo la recuerdas tú, ¿Quién la va a recordar? La generación de ahora es prospectiva, pero yo vengo de una generación de recuerdos, de nostalgias, de historias, y yo soy así. Yo soy nostálgica.

¿En cuanto a la temática… Llama mi atención la referencia a mundos fronterizos; a diferentes épocas del año con su variedad de clima y floración, sobre todo en la primera parte. ¿Es que se puede introducir una historia de amor con ambiente espacial-tiempo, lugar y ciscunstancias-, más propia de la prosa, dentro de estos versos?

Tú sabes porque eres estudiante de creación literaria, que existe una prosa poética y existe también una poesía en prosa. La mía está muy cercana a la poesía de Neruda que era dialogante, una poesía casi de conversación. No es una poesía de rimas, estrofas, sonetos, y metáforas; en suma, rígida; pues, a mí lo que me interesa es una poesía comunicable, que la gente la entienda, que se haga afín conmigo.

Doctora Carmen Cazurro y Rafael Calderón

En mi caso, mi poesía tiene una historia y trata de capturar momentos que se atrapan en diferentes estaciones del año, con su diferente fauna y diferente flora. Obviamente, sabes que en Puerto Rico parece que sólo tenemos verano como estación. Sin embargo, en Castilla, de donde yo provengo, hay primavera, verano, otoño e invierno. El invierno es un espectáculo de hielo.

La nieve se deposita encima de las ramas de los arboles, se congela, y produce como una figura de hielo preciosa. Eso se llama cencella. Por otro lado, en otoño, por las hojas de los árboles que forman una alfombra en el piso de diferentes colores como verdes y amarillas. Esto lo veis mucho porque estáis más en contacto con el otoño de Estados Unidos.

La primavera, es una floración extraordinaria de rosas, trinos, pajaros, y arboledas. En el verano, pues es la luminosidad de sol, las amapolas, la floración hasta de los caldos silvestres. Por lo tanto, yo le doy a mi poesía un ambiente en que se retrate una emoción amorosa o de otro tipo, pero en el fondo es una nostalgia por paisajes, parajes, y sentimienos.

¿En cuanto a los recursos poéticos… ¿En el mundo de imágenes que usted ha construido, cuáles destacaría y por qué?

Utilizo varias imágenes que se relacionan que ver con esa mirada que uno hace al paisaje castellano. Cuando yo veo las amapolas me imagino una alfombra roja; pero, qué pasa… al lado de las amapolas están los trigales que son dorados, y esos son los colores de la Bandera de España. Por lo tanto, yo estoy viendo la diversidad de colores, eso me está inspirando y siento que de alguna manera debo incorporarlo a lo que escribo. Hay un poema que escribí que es desde un balcón.

Recuerdo que fue una tarde en que abrí la ventana de un segundo piso, de un balcón y me di cuenta que la primavera había llegado. ¿Por qué? Por la diversidad de pajaros, castellanos -que si los menciono aquí no se conocen-. Entonces, la luminosidad del cielo en aquel momento era diferente. Fíjate, aquí las nubes en Puerto Rico parecen que se pueden tocar porque están muy cercanas. Esto le llamaba la atención al poeta Juan Ramón Jiménez pero en España las nubes son más lejanas: hay cúmulos, nimbos y cirros, hay diferentes nubes. Eso provoca una sensación de otro mundo que te está mirando.

Por otro lado, tú ves cómo la floración va empezando. Por lo tanto, todo eso te inspira, te emociona. Si algún sentimiento tú tienes en ese transfondo que estás viendo más lo imaginativo que sientes, pues surge la poesía. Recuerda que la poesía es creación, ensoñación; es como subirse de un mundo real, a un mundo suprarreal imaginario, en el que tú empleas metáforas, comparaciones, incluso, nuevas palabras.

Por ejemplo, yo tengo un neologismo que se llama dulcecielo,porque me parecía que era un cielo dulce que podía masticarlo, comerlo degustarlo. Por lo tanto, mis imágenes son siempre sensoriales, tienen que ver con el gusto (infancia de membrillo), vista, y olfato inluso. Además, hablo del olor, y, cuando hablo de mundos fronterizos, hablo de que hay una frontera entre Puerto Rico y España que es el mar.

¿Éste es su tercer poemario; ¿Guarda relación con los anteriores?

Siempre digo que la biografía de cualquier escritor se cuela por los libros.

Si hay un algún libro que tiene relación con este poemario, se llama Mujeres sin Edén. El poema que es “Tan sencillo”. En él hay un hombre y una mujer, que de alguna manera han vivido una pasión pero que al hablar entre ellos surge el hombre machista y ella que es una mujer liberada, chocan. Luego, se dice en el poema que el hombre machista y la mujer liberada emergieron de las tumbas de sus cuerpos y le dijeron adiós a su paraíso, se quedaron sin su Adán y sin su Eva, porque estaban acostumbrados a pecar -bíblicamente-, pero no con la palabra. Finalmente, la mujer deja al hombre.

En ese sentido, en Desvarios femeninos hay una parte que se llama Verdades Sencillas, creo que ahí está el poema Tan sencillo, en el que se explica cómo una mujer puede renacer de un amor en ruinas perfectamente, porque se quiere a sí misma. Es decir, no es cuestión de ser una ególatra, sino de afirmarse en afectos en emociones, en lo que ella cree.

Al principio usted habla de la naturaleza sin personificarla, ¿la posterior y progresiva personficación de la naturaleza alude al estado de desvarío de la voz poética, específicamente al grado de nostalgia que esta guarda o ambos?

Claro, evidentemente cuando yo recreo el verano me domina un estado más feliz que cuando yo recreo la cencella invernal.

Naturalmente, es mucho más nostálgico el invierno, porque éste tú lo vives encerrado en tu casa. En cambio, el verano lo vives afuera, caminando haciendo ecoturismo y todas esas activadades en contacto con la naturaleza. Así son los estados anímicos.

Hay un poema que expresa que la voz poética se siente señora natural de esas tierras castellanas. Es que en la Edad Media existían señores naturales. Es decir, dueños de las tierras pero es porque los campesinos lo eligían porque eran personas humanas, accesibles, y sensibles. Entonces yo me sentía señora natural de esas tierras porque, no es que me hubiera elegido el rey ni la reina. Es que me fundía con el paisaje y la gente; me sentía gente dentro ese paisaje y en ese sentido señora natural.

Usted ha mostrado preferencia por el tema erótico, por ejemplo en Mujeres sin Edén ¿Esta preferencia la llevó a personificar el ambiente, así como lo ha hecho Julia de Burgos en Río Grande de Loíza y Azul de tierra en ti, que tanto extraña de Castilla, o es que a través de la personificación de la naturaleza usted entiende que mejor puede describir la intensidad de la nostalgia?

Sí, tiene que ver mucho con la intensidad el que uno identifique la naturaleza como parte de ese amor platónico o de esa nostalgia, como tú quieras denominarla. Julia de Burgos, sentía en el rio grande de Loiza sus primeras sensaciones eróticas. El roce, o sea el río rodeaba su cuerpo, se sentía feliz; es la primera emoción de un cuerpo que no sabe qué hacer con las sensaciones que siente.

En mí caso, el paisaje siempre me ha envuelto de una manera especial ya sea la luz del cielo, ya sean las amapolas, sobre todo las amapolas, decir amapolas para mí es algo mágico -o la floración silvestre-.

La amapola es una flor sumamente delicada, de un día para otro se muere, pero es un rojo intenso. Por consiguiente, ver un campo enorme como los que hay en Castilla con amapolas, como si fuera una alfombra de colores, a mí me emociona. De hecho, tengo algunas fotos en esos parajes.

Realmente, para mí es importante la naturaleza. Es, digamos, dentro del erotismo que tú habías mencionado, importante porque recuerda que el erotismo -tema en el que digamos que soy experta, pues yo leo todo lo erótico que me cae en las manos- suele verse de manera deformada, como una afición a la pasión de una manera casi pornógrafica. No obstante, el erotismo es el disfrute de las sensaciones de una manera que lleva al placer de compartir esa emoción con otra persona -ya sea imaginaria o real-. Como diría Octavio Paz, poeta mejicano: “El erotismo es la máxima movilización de los sentidos”. Por ejemplo, Catorce besos, un poema escrito en un día de san Valentín, el catorce de febrero, ya sabes. Entonces, yo voy a dar catorce besos a ese ser que imagino y voy besándolo en el cuello en la mano en la cabeza, porque cualquiera que lea un tratado erótico sabe que en cada parte del cuerpo se producen sensaciones diferentes, se descubre un placer diferente en una relación amorosa.

Sobre Los pasos de la tarde:

¿A qué se refiere al decir: “yo soy la cita”?

Como voz poética me siento tan confundida con la naturaleza, que ya soy capaz de citar al amor, que el amor venga a mí. Hay otro poema que digo que voy a romper la monotonía, la cotidianidad de la relación porque me siento preparada para eso. Ya no soy la costumbre, ya soy otra persona. Por esta razón, “yo soy la cita” es como que la mujer determina con su actitud que el amor venga a ella. Ella no busca al amor, ella lo va a citar, lo va atraer segura de que la otra parte va a llegar.

¿En la creación de esta poema, usted consideró volver a España? ¿En algún momento la nostalgia llegó a ese punto?

Por supuesto, yo tengo hecho un reportaje en estos parajes que -fundamentalmente- son de un pueblecito castellano de origen arabe que se llama la Mudarra. Estos paisajes en ese pueblo -que estan a media hora de mi ciudad- son increíbles. Definitivamente, siempre que retorno a España siempre retorno a esos paisajes. Es verdadera nostalgia, el regreso a los orígenes.

Algo similar a lo que sintió Ulises en La Odisea. Pues en la odisea, Odiseo regresa a su casa en Itaca. En ese camino por su afán de nostalgia de su tierra de hogar y de su mujer, llamada Penélope, él sufre aventuras increíbles: el canto de las sirenas, el cíclope, ente otros; pero regresa. Pues a mí me pasa lo mismo, yo construyo una vida lejos de esos parajes, pero esos parajes me llaman, entonces yo regreso siempre.

Sobre Captura:

¿De quién es rehén la voz poetica?¿Por qué personificarlo -específicamente- con la mirada?

La voz poética la mujer siente la primavera, y sabe que la otra parte, es decir el ser hombre, vive en un invierno. Y dice, aunque yo me sienta primavera y tú seas invierno, ya yo estoy cautivada porque lo que me ha cautivado de ti es tu mirada, pues no se necesita ni la cercanía ni el físico ni el amor sexual ni nada, sólo la mirada. Esta mirada, es un elemento primordial en el desarrollo que tuvo el occidente en el amor platónico. Sabes que el amor platónico le llega a los españoles y a todos los países hispanohablantes a través de los árabes.

El amor platónico es un amor inalcanzable, que normalmente no lleva a ninguna parte; es un amor que tuvo mucho éxito en el siglo XIX con los románticos porque como había diferentes clases sociales pues no se podía hablar a cualquier mujer.

Desde la distancia, tú amabas a la persona, y la forma de decirle que tú la amabas era mirándola a los ojos; si los ojos hacían un leve parpadeo ya eso era correspondido. Había comunión de voluntades, y no se necesitaba más, porque la mirada aumentaba el deseo.

El deseo era una manera más de consumación. Los arabes siempre buscaban más aumentar el deseo del placer del amor que consumarlo. De hecho había una tribu, que vivió en españa, los hudríes, que practicaban esto como religión.

Preguntas de Soy la costumbre:

¿Quién es el sujeto a quien usted alude?

La voz poética esta diciendo que su sentir es cerrado, introvertido, silencioso, encerrado en sí misma, que nadie sabe de él, pero que ya algún momento sería bueno romper con esta actitud introvertida y salir al mundo, aunque hiera. Pues es mejor salir así y cambiar la costumbre.

La entrevista fue realizada presencialmente el 2 de noviembre de 2022 de 8:00am-9:00am, por: Rafael Calderón Pérez


Feminismo o feminidad: La mujer desde dos culturas

Entrevista por Christopher Cardona Correa

Desde un lejano susurro una singular esperanza en el corazón de muchas mujeres, el feminismo ha ido evolucionando, hasta haberse convertido hoy en una de las fuerzas primordiales que mueve nuestras vidas.  Poco a poco este movimiento ha crecido y se ha diversificado en muchas pendientes filosóficas que estriban desde el radical que propone la eliminación de los hombres, hasta el feminismo igualitario que creen en la igualdad de los géneros.  En la lucha del feminismo radical hay muchos que se han visto afectados; hace un tiempo atrás un periódico publico un segmento que leía como sigue “Mujer feminista, las abuelas sufren”, porque mientas estas mujeres se tiran a la calle para “luchar” las abuelas tienen que tomar responsabilidad de los niños.

 En contraste la feminidad es el sentimiento de ser mujer, un sentimiento que filosóficamente une a todas la mujeres y transciende las barreras de tiempo y espacio.  Con lo antes dicho se sobre pone que no ha de cambiar de cultura a cultura, pero cuando esta filosofía se sobrepone en la realidad en ese mundo en que vivimos que esta mucho más allá del papel, se puede ver que no necesariamente es así este sentimiento es como todo lo demás que tiene una idea común pero una aplicación diferente.  Por esta última condición fue que decidí entrevistar a la doctora Carmen Cazurro García de la Quintana, una literaria que ha vivido y prosperado en dos diferentes culturas.   Tiene sus comienzos en la cultura española, en específico en la región norteña de Valladolid donde nació y se crió.  Luego se traslado a la cultura caribeña, exótica, “erótica” que reina en Puerto Rico.  Su más reciente libro ‘Mujeres sin edén’ muestra a la mujer desde dos culturas diferentes pero desde un mismo corazón, por esta razón fue que decidí utilizarlo.  Este nos brinda diversidad desde una misma raíz, lo que permite la comparación de los términos feminismo/feminidad desde el contexto de la cultura.  Expresa lo que se considera como el alma colectiva de la mujer o transmitirá un ideal feminista.

Una tibia mañana de un sábado del mes de octubre, tuve la oportunidad de sentarme a dialogar con esta erudita autora.  La conversación tomo vida y las palabras rompieron barreras y no había ningún tema fuera de los límites, lo que muchos reporteros llamarían ‘una entrevista desde el corazón’.  Su humilde sencillez cautivo mi admiración y su habilidad y disposición para contestar hasta las preguntas más atrevidas, hizo que mi trabajo fuera más ameno y divertido.  Las siguientes preguntas solo son un minúsculo extracto de nuestra conversación total y responden a la dirección en que he decidido guiar este trabajo.

En su más reciente publicación ‘Mujeres sin Edén’ (2007) usted recoge una amplia galería de hombres inseguros de sí mismos (Andros, en el cuento La puesta del sol; Alfonso, en el cuento El epitafio) ¿Cree que la inseguridad o la ambivalencia son características de los hombres? ¿Acaso dedujo esto por experiencias previas?

Empezaré contestándote por el final. Pienso que todo escritor parte de experiencias conocidas, sean estas propias o vicarias. En este sentido mis relatos recogen unos rasgos precisos en los que se resumen las visiones de una o más mujeres, incluyéndome a mí misma.

En cuanto a la caracterización de mis personajes, no creo que sea tan difícil encontrar ejemplos de ellos por la vida; es decir, son tipos literarios y estereotipos mundanos. Evidentemente, al resaltar esas características de debilidad, la voz narrativa, con la que no siempre me solidarizo, cree que la mujer, por lo general,  es más fuerte de carácter y no da marcha atrás en las decisiones.

Si reparas en un personaje como Juan Antonio Borrás, el “héroe” protagonista de La llamarada de Enrique Laguerre, no te será difícil, ni raro, entender el planteamiento de Andros o Alfonso, personajes que de alguna manera huyen, sin quererse ir, no dan la cara ante las situaciones que demandan una respuesta rápida o toman su tiempo, a veces demasiado tiempo para decidir. Frente a estos personajes, las mujeres de mis relatos son decisionalmente más rápidas, sin que les importe una posible equivocación al respecto.

Se pueden ver personajes hombres que hacen sufrir a sus respectivas parejas. Ellos hacen todo, desde tratarlas con indiferencia hasta ser alcohólicos ¿cree usted que la mayoría de los hombres hacen sufrir a las mujeres con su forma de ser en particular los que sufren alcoholismo?

En mi libro hay un solo cuento que trata de manera incidental el alcoholismo, ‘Balada de la vida breve’. Aunque en él retrato una familia disfuncional, mi sátira va dirigida más bien a las actitudes vivenciales de aquéllos que ven el trabajo maquiavélicamente como un camino necesario para el retiro, sin ocuparse de trascender en él o dejar alguna huella digna de emularse. De ahí mi insistencia en el lema “Pa’ el tiempo que me queda dentro mejor me …. dentro”. Y, ya refiriéndome a tu pregunta más general sobre el sufrimiento que provoca el alcoholismo, puedo decirte ahora que, precisamente tengo en mis manos la edición del libro de Alcohólicos Anónimos en Puerto Rico, los testimonios son impactantes. Siempre recordaré, en términos literarios el tratamiento que da el escritor uruguayo, Mario Benedetti, a los efectos maltratantes del alcoholismo en un cuento como ‘Réquiem con tostadas’

En el cuento La puesta del sol, usted como narradora implícita entra al relato para repara en que “los hombres no sabe vivir solos” ¿acaso usted propone que el hombre es inestable y necesita siempre de una mujer que lo cuide o lo guíe?

Bueno, la pregunta puede contestarse sin mí, tan sólo observando la realidad actual. Por ejemplo, en Puerto Rico, donde la mayoría de la población es femenina  y su oferta es tan variada como en todas las partes del mundo: jóvenes, viudas, solteronas, esposas de otros, profesionales, prostitutas… un hombre siempre encuentra compañía en términos humanos, con independencia de si son egoístas o no, si manipulan o no, si aman o chupan la existencia. Siempre recordaré el caso de una buena amiga a la que su compañero le repetía incesantemente “Yo nunca me moriré solo, siempre tendré una mujer al lado” La carga emocional era la de “Si no funciona lo nuestro, no importa, siempre existirá otra mujer”. Yo dudo que mi amiga suplantara afectos con tanta frialdad.

En el cuento El epitafio vemos un hombre que aleja a su esposa de su familia para así poderla controlarla mejor ¿con cuánta frecuencia usted cree que ocurre esto?

La familia siempre ha sido y es aún la seguridad que nunca falta en la vida de un ser humano. La mujer que yo retrato vive en otro país sustraída de lo suyo. El hombre, aprovecha la circunstancia de tenerla sólo para él y la confunde con La fierecilla de Shakespeare, sólo que a ésta no la doma, sino que la pierde, pues con su comportamiento maltratante lo que produce es terror y asco. Al final, ella logra liberarse de él. La decisión la ha podido tomar gracias a la referencia de su propia familia donde los padres no abusaban uno de otro, sino que se completaban y a las muchas lecturas donde se ve retratada en otro marco.

En todo el libro no pude encontrar un solo hombre que hiciera feliz o completara las expectativas de su pareja ¿acaso esto es un sentimiento de usted hacia los hombres o es efecto de la tonalidad del libro y su audiencia predilecta?

Tu pregunta me hace sonreír y hasta sonrojarme. Te explico. Yo no soy homófaba, soy una mujer normalísima cuyos mejores amigos- y subrayo aquí lo de amigos como derivado de amistad-  son hombres. Mi experiencia sentimental, que puedo ver ya a mis 57 años con placidez y no como vorágine, ha sido un caudal de riqueza y no de desgracia, pues aun en lo que ha tenido de negativa, me ha enseñado a no perder mi centro de mujer. Y creo que aquí está la clave de la contestación: el centro de mujer, si no lo pierdes, te permite ver toda experiencia sentimental diáfanamente, con tranquilidad, con ternura y sin ferocidad. Esto es la consecuencia mejor de quien confiesa que ha vivido. Hay un poeta chileno, Pablo Neruda, que escribió un libro magnífico y vital  ‘Confieso que he vivido’ donde las mujeres vuelan con gran celeridad,  mientras él se limita a contarlas en poesía. Creo sinceramente que la mujer puede vivir con igual intensidad que el hombre, pero es más consciente de las heridas que produce o que la infieren a ella. Pero ésta es otra clave del relato: las heridas.

¿Por qué se enfocó más en los desamores y sufrimientos de la mujer y no tanto en sus relaciones felices?

Porque lo otro, la felicidad, es más propio de los cuentos de hadas y no de la realidad. Y, en todo caso es tan efímera, que no da para mucha literatura y, créeme, esto en otras palabras lo dice Borges, el escritor argentino que sin ver, lo sentía todo. También, porque pensé en la mayoría de las lectoras y en un código íntimo, tan inteligible como paradójico en todas: el desamor del amor.

En el cuento La fiesta expresa al final, refiriéndose a la razón por la que la protagonista se aleja del personaje masculino: “…no aportaba ninguna explicación a su vida” ¿Las mujeres se entregan a hombres que las completan? ¿Es ésta su visión o un estilo colectivo?

Realmente el final está en función precisa de un amor en particular, cuyos rastros se persiguen sin resultados. La protagonista se enreda en una relación amorosa con el amigo de su antiguo amor que la había abandonado sin razón. Tan pronto se da cuenta que ese hombre no le puede descifrar las razones del otro se aleja.

Sí parto del concepto platónico de la otra mitad, aunque pienso en la completa autonomía de las mitades- en eso me alejo quizá del colectivo -por eso proyecto la idea de  plenitud como algo difícil de alcanzar. Si has leído la ley del amor, de Laura Esquivel, las trescientas reencarnaciones que, aproximadamente, ella propone como necesarias para el encuentro de las almas gemelas, te pueden dar la dimensión exacta de lo que propongo: el paraíso ausente.

En el cuento Carmen La juglaresa sentí que para la protagonista los recuerdos valían mucho ¿Cuán importantes son los recuerdos para una mujer?

La mujer es una enciclopedia de emociones, por eso se la acusa de sentimental. Decía francisco Umbral que recordar es volver a pasar una cosa por el corazón. Yo creo que la mujer sabe de este arte porque es menos viajera y más anclada en su puerto. Si te fijas, en la contraportada hay una frase: “La mujer es una cazadora de experiencias inolvidables”, es una Diana cazadora.

¿Qué importancia tiene el erotismo en la vida de las mujeres, a la vista de su cuento “Carmen La juglaresa”.

La mujer, contra lo que se piensa, no es un ser de rutina convertido en un estereotipo de madre, hija o esposa, la mujer cuando es mujer es otra cosa. Es aquí cuando se despoja de emociones para vestirse de sensaciones. Con ellas juega, se evade, se libera y reconoce la otra dimensión del placer propio, y no ajeno, de ser mujer. El personaje de Carmen juega a ser juglaresa y a cantar sus poemas de amor por la vida. La importancia del erotismo la vio muy bien un poeta como Octavio Paz en ‘La llama doble’.

En el cuento El intruso, aparte de todas las interacciones, la idea que sobresale es que la mujer es la peor enemiga de la mujer ¿Por qué toca este punto?

Obviamente porque creo en él. Toda mi vida he contado con mejores amigos que amigas. En los hombres es menos común la envidia. Su sentido de competencia es otro, más dirigido a los hechos que a las formas. Las mujeres, a veces, quieren absorber personalidades que no tienen  y, como amebas, fagocitan a otras personalidades más seguras y originales. La envidia las consume.

Me inspiré en la ‘Oda a la envidia’ de Neruda para escribir este cuento y en las fábulas orientales que animalizaban las actitudes humanas. Las ratas son sinónimo de astucia rastrera. Neruda dice “Son como ratas de navío/ se meten por todas partes/… Existen porque yo existo”. Se refería a sus detractores que impedían su nominación para el Nóbel de Literatura.

¿Cree que los patrones de feminismo y machismo son creados por la sociedad?

Sí. La sociedad y la religión, así como la propia familia genera estos patrones. El “papito” o  el “negrito”  que se dice de cariño a los hombres, ya indican en su tierno diminutivo lo poco que se les exige y la carga maternal que inyectan, liberadora de ciertas responsabilidades. Y es que el hombre no tiene por qué guardar su honor, el honor es una cuestión de mujeres desde la edad media para acá. La religión, desde la historia bíblica ha repudiado la idea de placer en el matrimonio, para sacralizar la procreación. La mujer que no paria se repudiaba y otra venía a ocupar el primer lugar. La servidumbre del cuerpo es viaje y no sólo en términos de prostitución, como ves. La sociedad, por otra parte, sigue aferrada a la tradición familiar que consagra estas conductas y es incapaz de atender propuestas más igualitarias incluso fuera del matrimonio tradicional.

El feminismo fue una respuesta necesaria, cuyos efectos han favorecido la vida de las mujeres en general. Yo que no soy feminista porque considero que con ser mujer tengo bastante, reconozco su contribución.

¿Cuánto de este libro considera autobiográfico?

Difícil precisar el cuento. Sólo te puedo asegurar que escribo sobre algo, cuando ese algo que he vivido, visto, observado, escuchado, leído… trabaja en mi mente bastante tiempo, de forma que, sin querer, lo voy elaborando, ampliando, cambiando según sus posibilidades. Es decir, siempre parto de lo conocido y no forzosamente lo conocido es autobiográfico. Entra la experiencia ajena, lo vicario.

¿A quien desea que llegue este libro?

Yo escribo para comunicar a hombres y mujeres. Todo tipo de hombres, todo tipo de mujeres. Contiene una nota que ha de agradar a las feministas: la asertividad y creo que algo de intención hay en ello.

¿Cuál es su visión de hombre? ¿Por qué lo describe de esta forma en el libro?

Mi visión del hombre es generosa. Sólo que la estructura y tema del libro del que da buena fe el título me ha obligado a detenerme en cierto tipo de hombre: el que escoge mujer, no importa cual; el que se divorcia para ver si el juego resulta; el que abandona por cobardía ante situaciones de enfermedad; en fin… Pero, aclaro que el libro es una visión parcial del hombre y ¡A Dios gracias!

¿Quién o qué es su mayor inspiración?

Mi inspiración fundamental son las lecturas que he ido asimilando durante toda mi vida y se han quedado ahí como un acervo de lecciones vitales, estilos únicos, ambientes excepcionales… ellas siempre iluminan la estructura que deseo para mis libros. Fíjate en las partes y las citas anticipatorios de mi libro y te darás cuenta de cuanta relación tiene con la historia y las técnicas que empleo. Luego, en segundo término, la vida como contraste de los libros, de lo aprendido, que a veces hay que desaprender.

¿Existe el hombre y la mujer perfecta?

La perfección no existe, por lo cual no vivo desilusionada. Pero, en la búsqueda, encuentro gran satisfacción, gran aventura, gran proyecto vital… tanto en mi interior, como en lo que me rodea. Hay personas con las que desarrollo gran afinidad porque, sin presentaciones, nos reconocemos en esta búsqueda única de unicornios.

¿Cuál es su experiencia con los hombres?

Una experiencia normal, de encuentros y desencuentros que si me ha marcado ha sido positivamente, pues es a través de otros que consigues el verdadero conocimiento de ti mismo. La experiencia es un espejo necesario.

¿Usted cree que el amor es posible?

Por supuesto. En mis cuentos las divagaciones no son sobre la posibilidad de alcanzarlo, sino más bien sobre la imposibilidad de mantenerlo.

Como usted nos dijo que le habían preguntado, ¿existe un Edén para las mujeres?

Sí, en la imaginación, en la idea del amor, existe un lugar único de comunión de dos almas. Pero en mi imaginario no tiene el ambiente paradisiaco, ni la manzana, ni la serpiente coquetona sobre mis pies desde que supe que era una historia mesopotámica y no bíblica. Radica, más bien, en momentos sumamente fugaces dignos de conservarse como reserva sentimental en época de sequía. El Edén no es un lugar es una estrella fugaz.

¿Por qué comenzó en el prologo con extracto tan triste que simboliza la soledad y el miedo? ¿Acaso las mujeres están destinadas a estar solas?

Qué cosa, jamás pensé que el prólogo fuera triste. Cuando cito a María Zambrano, la única mujer de la Generación española del 27 que debió de entender lo que era escribir desde la soledad mejor que otras mujeres de su época, no pretendí ser triste,  sino ofrecer la dimensión de la psiquis femenina que necesita siempre la soledad, el cuarto propio del que hablaba Virginia Wolf, para trasmitir su verdadero yo. Si observas bien, yo he tratado de meterme en la psiquis de 11 mujeres diferentes y he tenido que aislarlas y sentarme con ellas a solas para retratarlas mejor.

No creo en un destino tan fatal para las mujeres. Pienso que, mientras las miradas masculinas persistan en su narcisismo machista, la mujer, aunque esté acompañada, se sentirá sola.

¿Cómo explica los lazos que crea la feminidad entre las mujeres?

La mujer estuvo mucho tiempo callada, Los hombres “decían” a las mujeres. Cuando éstas lograron “decirse” no sólo a ellas mismas, sino a los hombres desde el punto del yo femenino, las mujeres se vieron retratadas en su mudez, en sus condiciones aisladas. Comenzó la comunidad femenina a sentirse identificada con unas mismas situaciones y en esa identificación se halló la fuerza, el valor, para trascender en todos los campos. La literatura como aglutinador del pensamiento femenino ha sido vital.

Luego de esta conversación, se aclaró todo: este libro trata de promover el sentimiento de ser mujer, de feminidad.  Pero, es evidente que también se promueven ciertas creencias feministas y de manera indirecta y no intencionada la desconfianza en la figura masculina.  Esto último lo digo porque, si se hace una lectura superficial del libro, parecería que se destaca la ineficiencia, la insensatez de la figura masculina, muchas personas se detendrían en esto y lo tomarían como cierto y jamás pensarían que hay mujeres que se comportan de igual manera.  Si hay algo que me convence y me hace sentir mejor es el saber que este libro acompañará a todos los lectores y nos da una idea de lo que hay dentro del corazón de una mujer.  Según lo leído y lo investigado, pude deducir que la diferencia de la feminidad en el contexto cultural es la forma en que se expresa y no en lo que es el sentimiento matriz.  Lo entendido y la idea que se impregnó en mí, es que las mujeres sienten y valoran los sentimientos que los hombres damos por inservibles o que olvidamos, no por nuestra culpa, sino porque no se nos ha enseñado a sentir a vivir.  En él se contrasta la compasión, con el erotismo; por otro lado convive la verdad con la mentira, la paz con la desesperación. Con cada lectura este libro brinda o desenmascara nuevas y reales verdades, lo cierto es que en él hay de todo para todos.


Desde el «Valle de Aguas» hasta Puerto Rico

ángel

Entrevista por Ángel Gustavo Gonzalez

Esta española llegó a Puerto Rico un mes de mayo, hace ya treinta y seis años, dispuesta a integrarse a esta tierra, de la que sólo conocía la música de Rafael Hernández y la poesía de José de Diego. Cuenta que, a su llegada de noche a Puerto Rico, le pareció una postal de Navidad, a juzgar por las luces que se observaban desde el aviόn. Desde el primer momento se instalό en Aguadilla. Piensa que, aunque hablamos el mismo idioma y la cultura española predomina en el ámbito familiar, en las creencias, costumbres, arte y tradiciones, la idiosincrasia puertorriqueña tiene su propio talante: “Jamás me hubiera integrado realmente al país sin estudiar su historia y su literatura. Los primeros años de madre, ama de casa e integrante de alguna que otra asociación, sόlo me proveyeron la sensación de caminar en el aire, sin agarre, sin raíces. Finalmente, el mundo de trabajo me las dio”. Respeta mucho a nuestro  país, donde ha transcurrido toda su vida adulta con todo lo que esto significa: amistades, estudios, profesión, hogar, hijos…  pero los primeros años formativos, la familia original, la tierra de origen han forjado en ella una manera de ser que no admite sustituciόn alguna, aunque sí enriquecimiento de lo propio: “Poseer dos culturas es enriquecedor; te humaniza más”. Este sentir es el verdadero escenario de las clases que ofrece: Español de Honor, Redacción y estilo, entre otras.

Precisamente en Puerto Rico es que viene a realizar su verdadera vocaciόn, gracias a una maestría y doctorado en Literatura Puertorriqueña otorgados por el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico en consorcio con la Universidad de Valladolid. Sus tesis constituyen el estudio más completo, hasta el momento, sobre la obra del escritor  Manuel Méndez Ballester (cuento novela, teatro y periodismo) que abarca más de medio siglo.

Escribe sin preferencias de género: “Es el tema o el sentimiento quienes eligen por mí el molde adecuado. Cuando escribí Muros de sombra (2004), fue tan espontáneo el diario sentimental, como los cuentos o la poesía que contiene. El resultado fue un collage que mostrό la enfermedad del cáncer como un tema literaturizable y poético.”

Carmen Cazurro llegó a nuestra universidad luego de múltiples experiencias en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, tanto en San Germán, como en Aguadilla donde dirigiό el Programa de adultos AVANCE durante cinco años. Lleva once años con nosotros. Es catedrática en el Departamento de Español y dirije las Revistas Brisas y Prisma, donde fomenta la creatividad estudiantil, junto a la de escritores reconocidos.

Sobre los siete años que estuvo en la dirección de su departamento me confiesa: “ Fueron años que recuerdo, todavía perpleja, por la cantidad de energías que desplegué. El ambiente propiciaba iniciativas, gracias a eso pude dirigir cinco congresos a nivel isla que dieron prestigio no sólo al departamento, sino a toda la universidad, en particular aquél en que nos visitó el escritor chileno Antonio S. Skármeta y coincidió con la candidatura de Enrique A. Laguerre al Premio Nobel de Literatura. Puedo asegurar que extendimos verdaderos lazos culturales con la comunidad y el Departamento de Educación. También organicé certámenes literarios e impulsé el Club Cervantes. Luego vino mi gestión mediadora para la donación de la biblioteca de Enrique Laguerre.”

Cazurro considera que todo su trabajo ha sido suficientemente reconocido. Desde hace seis años, forma parte de la Junta de Directores de la Fundaciόn Puertorriqueña de las Humanidades, de la que es Vice-presidenta. La Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico, la distinguiό como Miembro de Número . Sus primeros dos ascensos en la Universidad de Puerto Rico se le otorgaron por mérito extraordinario.

A los 21 años recién cumplidos, usted obtuvo un Juris Doctor de una de las universidades más antiguas de España, la Universidad de Valladolid fundada en el siglo XIII. ¿Qué la llevo a estudiar Leyes?  Sin duda lo que me impulsό a estudiar la carrera de leyes fue la tradición familiar: por un lado, mi abuelo Antonio García de Quintana Núñez, figura política muy respetada, que asumió su propia defensa ante el tribunal militar que durante la Guerra Civil (1936) dictó su sentencia de muerte como una lección para otros personas íntegras como él; por otro, mi tío Antonio García de Quintana Hernández  de los escasos especialistas en Derecho Administrativo que modernamente fundó la primera firma de abogados en Valladolid.   Pero, como todo hay que decirlo, mi verdadera vocación eran las lenguas muertas: el griego y el latín. paradójicamente no seguí la carrera de Filosofia y Letras en aquel entonces, porque la profunda admiración que sentía por el catedrático de griego me inquietaba. Los sonrojos eran demasiados como para restar naturalidad a los años de universidad en los que seguiría él como profesor.

 ¿Cómo fue su experiencia durante los cinco años de estudio? En mi grupo de primer año éramos veinticinco chicas; ya, en el quinto, sólo quedábamos diez. Eran años de romper con todo tipo de fosilizaciones. Puse de moda el traje pantalón en la universidad y participé en todo tipo de reacciones contestatarias. Había mucho nepotismo, las cátedras se heredaban prácticamente, y en una de las manifestaciones en contra de esta situación, la guardia universitaria me encerró por cuatro horas, junto a otros compañeros, en la biblioteca del Palacio Santa Cruz.  El último año fue el más difícil, tuve que estudiar desde Puerto, donde ya vivía, para presentarme a exámenes libres. Las convocatorias coincidían con la fecha en que iba a dar a luz, pero al mes sufrí un aborto. Entonces regresé a España con la intención de solicitar permiso para incorporarme a los exámenes regulares. Los profesores estudiaron mi expediente y accedieron, pero una severa infección de oídos sólo me permitió tomar uno de ellos. En las cinco asignaturas restantes tuve que someterme a los temidos exámenes orales que incluían todos los códigos de leyes, penal, civil, administrativo, con sus cientos de artículos –todo un reto memorístico-. Después de esta carrera de obstáculos, logré mi licenciatura que nunca llegué a ejercer.

¿Entonces cόmo ha contribuido esta formación en su vida posterior? Me anima un profundo sentido de la justicia y de respeto a la dignidad del ser humano en todo mi quehacer personal y profesional. Aunque no ejerzo, siempre he sido “abogada de pobres”. La posible autoridad moral que me otorgan los demás, no sólo proviene de que he estudiado durante toda mi vida, sino de ese profunda aspiración inculcada por la filosofia del derecho en contacto con el albedrío del diario vivir.

Tengo curiosidad por una serigrafía con la caricatura de Mendez Ballester que decora su oficina. ¿En qué consistiό el Seminario Manuel Méndez Ballester: afirmación de las Humanidades en el Horizonte del sistema educativo puertorriqueño? Esta fue la primera propuesta que hice en mi vida mientras dirigía el Programa Avance de la Universidad Interamericana. Tuve la suerte de que la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades le encontrό sus méritos y me permitiό dirigir el seminario. Los participantes eran maestros del área noroeste interesados en actualizar sus conocimientos y escribir monografias sobre diferentes temas relacionados con la obra de Méndez Ballester. El historiador Mario Cancel y el escritor Carmelo Rodríguez Torres fueron vitales para este juicio postmoderno sobre la generaciόn del 30 y este escritor en particular.

¿Cómo se inició como escritora? Yo siempre escribí esporádicamente, sin afanes de publicación, hasta que el Pen Club de Puerto Rico me concedió el Primer Premio de Ensayo en 1995. A partir de este impulso y con estímulo de algunos escritores del país, empecé a publicar cuentos, después vino la edición de libros y más tarde unos poemarios y una novela.

Dentro de sus escritos se destaca la poesía ¿Hábleme un poco de sus poemarios Con la tinta de la amargura: Los cristales de tu ausencia (2000) y Rendijas de luz (2005)?  El primer poemario que mencionas recoge 75 poemas en torno al tema del amor que, al no ser correspondido en la medida que se ofrece, desemboca en amargura. Lo presenté en el V Congreso Internacional de Escritoras que organizό la poeta Mayrim Cruz Bernal y tuvo mucha aceptación. Fue con este libro que me presenté por primera vez en España como escritora “puertorriqueña” en el seno del  XII Congreso  Internacional: Literatura y Sociedad que se celebrό en Madrid. Lo curioso fue que en San Germán me invitaron a presentarlo como escritora “española”.  Rendijas de luz   o  La sorpresa de la emoción constituye una experimentación con el tipo de versificación japonesa conocido por “haiku”. Es una edición trilingüe, en  inglés e  italiano. El Dr. Fabio Farsi lo presentó en Santo Domingo en el transcurso de un Congreso Internacional de traductores. Espero presentarlo el próximo año en Argentina donde existe un Instituto del Haiku.

¿Qué satisfacciones le ha proporcionado  su primera novela, La hija del alcalde (2005)? Este libro es especial en mi consideraciόn, representa el lugar donde la represiόn obligada por la guerra civil española- yo la llamo exilio íntimo- cobra fuerza y sale a la luz. Es como el cuerpo vivo de un tiempo herido por la violencia. En  realidad, yo soy coautora del libro, pues el tema me lo regalό mi propia madre, durante largos años de conversación en los que el ayer nunca era algo vano; y, también, mi abuelo, gracias a los archivos municipales de Valladolid y Madrid. Lo mejor de todo es que mi madre habla de “nuestro libro” y que circula entre dos mundos con una propuesta: “Los muertos de las guerras son universales.”

Cuente alguna anécdota con sus lectores que sea digna de destacar.  Tengo una muy reciente. Los lectores de Aguadilla han querido hacer de carne y hueso al personaje de Carlos de mi libro Muros de sombra, caracterizado como poeta, amante y hombre débil ante el dolor. Es más, lo han identificado con un ciudadano cubano-aguadillano con el que no tengo el más mínimo trato. Este afán de identificar lo escrito como totalmente biográfico lleva a este morbo, muy humano, de querer construir la vida de la autora. Como escritora sé que, desde el momento en que se publica un libro, ya dejas de ser su dueña pues los lectores se posesionan ávidamente de sus páginas para recrearlas a su antojo en una nueva dimensión. Apasionante ¿no crees, Gustavo?