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Existamos

El sol de mayo me hechiza:

me viste de nuevas hojas.

En la alborada

ardida de ruiseñores,

mi raíz busca tu cielo;

huyendo de los palores

y va creciendo en firmes rubores.

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Pensar que de tanta nada huidiza,

de tanta vivacidad callada,

sólo en el brillo de la centella inverniza

hallaba mi confín de amores…..

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Pero mi piel es ahora suave, voluble y alada.

Por mi alma hasta ahora aletargada

fluye la savia procaz

de mi deseo impúdico y voraz.

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Ya soy todo un arco iris de abrazos

que esculpen en el aire tu figura.

Es múltiple mi sed:

mis brazos rosas te cercan y

en tu blanco regazo reposan

de tanto mar de cielos en gris celada.

Cuando rozo exactamente el aleteo de tu mirada,

el tiempo detiene su negra escalada

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Y encontrarte como entonces: vehemente

entre azules huellas de complicidad latente,

con ese “me gustas” rojo en tu decir vibrante,

tanteando en el verde paréntesis del amor

la respuesta violeta y consecuente:

seamos.

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Y darte el brazo y su firmeza

con el paso detenido y elocuente.

Y la huella veraz

y la palabra luz

por tanta calle amada

entre tu vida presente

y la mía olvidada:

seamos.

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Y llegar al sexto cielo del ave cansada

En la hora del poniente

Y encontrar tu soledad tan mía,

susurrada como hallazgo constelado

de un vislumbre eterno y confiado.

Seamos.

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Cautiva de haberte creado,

Ya no te puedo olvidar:

Existamos.


Captura

Como las amapolas

Recorren con sus ríos rojos

Los campos de trigo

Suavizando el amarillo de oro

Por el valle de Hornija

Así me emociona el viaje por tu vena

sensible a mis caricias

mientras mi fragilidad se desespera

y me recuerda que soy

tributo perecedero de la primavera

Pero aun así en tu invierno

deseo que dibujes mis pétalos

en la fría centella

y sepas que mi centro orgulloso de reina

aún congelado

está en ti siempre

incluso en el amanecer gris

que no quieres ver por la ventana.

Pues ya soy rehén de esa mirada

Que como todo señor

devolverás al campo de tus posesiones

en árida jornada.


La rosa

Tan esplendorosa estaba en tu jardín

Que me regalaste una rosa

Y la traje ufana de amor

Hasta mi casa

Donde regué toda su frescura en mí


Contraseña

Fue un guiño nada más

pero en ese discreto

apretόn de tu párpado

tu picardía me dice,

muy íntimamente,

que sin permiso

ya me has disfrutado

en otra parte.


Caricias

Nunca mis dedos

Se pasearon por un rostro

con tanto deleite

olvidando el eco

de tantos  miedos

de tantos desvelos….

Eres la vida de siempre

la que se dice en canciones

y, sin embargo, la chispa nueva

que mueve la pesadez del tiempo.

 

No caminamos alocadamente

por  las claras sendas

del futuro inmenso,

sino sorpresivamente

por las umbrosas veredas

de un presente vivaz e  intenso,

mientras el tiempo remolonamente

nos regala la esencia

de enamoradas caricias.

 

Eres lo que jamás se repetirá.

En tu mirada cargada de ayeres

hoy descubro los velos

de un privilegiado espacio,

las alas de  un afecto creciente,

el vuelo de una compañía

elevada y sin embargo humana,

todo su clamor

y, en tal cercanía,

vestida aún de invierno,

todo el afán tentador

de lo que nombramos amor

ante un balcón abierto.


Comunión

Recibo toda tu vida

en un suspiro

y la resumo

en mi respiraciόn.


14 besos

Bajo la capa de un santo

clara contraseña recibo.

Justos y precisos los besos,

viajan sin apellido

por tierras de simpatía y encanto.

¡Qué fortuna! -exclama mi hado

en aridez de caricias pertrechado.

Y, afanada en lograr el mágico instante;

abro mi caja de sueños.

Despiertan mis sentimientos con premura:

mientras el cuerpo soberbio de empeños

antepone su figura.

Al haz de tus besos..

acuden todos mis rincones

tristes y mendigos;

también, los balcones,

con mohínes y remilgos.

Salomónico, el corazón me dice

“distribuye con cordura

permanece…”

y entonces elijo su andadura:

el primer beso va en la mano

como un sendero abierto

el segundo, en el hombro,

cerca del cuello;

como paso del viento

el tercero en la nuca,

bajo el cabello;

en hechizado lamento

el cuarto, en la oreja;

convertido en anhelada queja

el quinto, en mis labios

para que la soledad el sexto

desenrede de la madeja

del séptimo tormento…

Sólo queda ya un revuelo

de sietes alas en descenso

que avivan todos mis adentros

El amor escampa ahora,

en medio de tanta lluvia de vaivenes:

gustamos del mismo cielo

del milagro de nosotros ascendiendo

sin destiempo, ni deshora.

Tomo, me tienes mientras vuelo…

Soy leña abrasadora

y tú…me mantienes ardiendo

¡Ah, tus catorce besos!