Bajo la capa de un santo
clara contraseña recibo.
Justos y precisos los besos,
viajan sin apellido
por tierras de simpatía y encanto.
¡Qué fortuna! -exclama mi hado
en aridez de caricias pertrechado.
Y, afanada en lograr el mágico instante;
abro mi caja de sueños.
Despiertan mis sentimientos con premura:
mientras el cuerpo soberbio de empeños
antepone su figura.
Al haz de tus besos..
acuden todos mis rincones
tristes y mendigos;
también, los balcones,
con mohínes y remilgos.
Salomónico, el corazón me dice
“distribuye con cordura
permanece…”
y entonces elijo su andadura:
el primer beso va en la mano
como un sendero abierto
el segundo, en el hombro,
cerca del cuello;
como paso del viento
el tercero en la nuca,
bajo el cabello;
en hechizado lamento
el cuarto, en la oreja;
convertido en anhelada queja
el quinto, en mis labios
para que la soledad el sexto
desenrede de la madeja
del séptimo tormento…
Sólo queda ya un revuelo
de sietes alas en descenso
que avivan todos mis adentros
El amor escampa ahora,
en medio de tanta lluvia de vaivenes:
gustamos del mismo cielo
del milagro de nosotros ascendiendo
sin destiempo, ni deshora.
Tomo, me tienes mientras vuelo…
Soy leña abrasadora
y tú…me mantienes ardiendo
¡Ah, tus catorce besos!