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Reacciones de Carmen Cazurro en la presentación de Desvaríos femeninos

Carmen Cazurro

Es un verdadero lujo contar con los estudiantes, que por lo general, le huyen a la poesía, argumentando que no la entienden. Por lo visto, ya se puede ahuyentar ese tabú.

En esta convocatoria de emociones no han faltado verdaderos compañeros del alma como Jose Neville Caraballo, Robert Mayer y Ana Cuebas a quienes siempre he distinguido por su personalidad tan profesional, como humana. Son verdaderos seres afines a mi, de forma que puedo afirmar que, en este sentido, he crecido entre ellos y con ellos.

Qué decir de los panelistas: Valentin Massa, Flor Pagan, Cande Gomez y Rafael Calderón que se han acercado a mi poemario como profesores, escritores y estudiantes, pues ha habido representación de todo esto. No sólo han leído Desvaríos femeninos con delicadeza, sino que se han detenido con cierta morosidad cómplice en las emociones con las que he intentado sublimar el sentimiento amoroso. 

Durantes años (49 exactamente) en mi caminar de fronteras entre Puerto Rico y España, he ido plasmando imaginativamente estos versos que no deben entenderse como la historia de un amor único sino como una historia de emociones variadas y dispersas en el tiempos relacinadas, eso sí , con el sentimiento amoroso.

Acertadamente los deponentes han develado mis influencias creativas, pues conocen que soy experta en literatura erótica y mística por mis conocimientos en la historia y literatura españolas. Los áarabes nos dulcificaron con el cultivo de los sentidos y el amor platonico; es decir, privilegiaron el deseo sobre el acto de consumación del amor. Y, en cuanto a los místicos, que nos hablaron de noches oscuras del alma, o de moradas dentro de nuestro cuerpo, siento una gratitud eterna por sacarnos de la negrura espiritual de su época.

El poeta mejicano Octavio Paz en su libro La llama doble definía el erotismo como la máxima movilización de los sentidos (y tenemos cinco -gusto, tacto, olfato, vista y oído- todos los seres humanos). Me incluyo entre los seres humanos que en vez de ir al gimnasio, prefieren ejercitarse en esta máxima y cren imágenes como éstas:.

siesta de abrazos

alegria de momentos

colores de fiesta

lealtad de afectos inseperados

infancia de membrillo

alfombra de amapolas

guiños lilas

rostro que coquetea entre luces y sombras

apresuradas lentitudes

vivacidad callada

pisar el aire

besos que viajan sin apellido

alas de un afecto

afán tentador

comlicidad latent

ruborizadas amapolas

camino blanco de tus palabras

audaces lejaníias

En la primera parte, se  dibuja un perfil de caballero milenario, con sonrisa de soberbio temple que guarda un hondo secreto en sus manos; de ternura ensimismada, cuya hombria produce chispas de fuego. Tiene lo que ella busca  aire, palabra, tierra y produce una magia lejana

Enla segunda , el alma sale a pasear, luego de una experiencia dolorosa y desea y busca las señales del paraíso. No hay ser retratado, porque ya es parte de un pasado.

En verdadedes infinitas hay decepciones y desencuentros. Se dibuja un hombre que se cree inmenso y único. La voz poetica siente que su amor se dsmorona en ruinas y decide contruir una nueva verdad.

Ahora mis lectores pueden recrear, experimentar, hacerse dueños de este poemario, pues ya no me pertenece desde el momento que he decidido publicarlo. 


El Carpe diem como antídoto de la nostalgia

Francisco Valentín

Llama mi atención del sugerente subtítulo del poemario: Hacia una poética de las emociones, ya que me ha recordado otro poemario anerior de la autora titulado: La sorpresa de la emoción, donde Carmen disfruta lúdicamente de las emociones, al estilo oriental de los haikus japoneses.

En otras palabras, Carmen caza las emociones, las captura y, finalmente, las encierra en unos versos de modo casi instantáneo, en especial cuando se trata de emociones que le produce la contemplación de la naturaleza castellana Y me refiero a cielos grises o de sol radiante; a trinos de pájaros; a los campos de trigos y amapolas; al cambio de estaciones que provocan en la voz poética el despertar de sensaciones, incluso me refiero a los recuerdos de la infancia en todo su esplendor de luz y de color.

El poemario muestra sutilmente el contraste entre la realidad de su tierra española con la realidad de América. A partir de este ir y venir entre fronteras es que comienza a recordar con nostalgia. Este es el marco de ensoñación que se establece en la primera parte del poemario. La palabra nostalgia, que se puede definer como la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida, es la clave fundamental para entender la primera parte.

La voz poética va creando un mundo de ensoñación donde se van dibujando los rasgos físicos y espirituales de un destinatario ideal. Ciertas imágenes nos van presentando casi un cuadro al óleo de un caballero de mayor edad que la voz poética y que goza de gran prestigio por su autoridad y manejo de la palabra; podemos pensar en un escritor tal vez.

El paisaje castellano se presta perfectamente para el nacimiento y disfrute a plenitud de esta cercanía de seres afines en gustos, aunque – insisto- de diferente edad. Sobresalen elementos de una naturaleza que varía, según las estaciones del año comomo: los cardos, las amapolas, los trigales trigales…Una naturaleza que me precio de conocer bien, pues la conozco a través de mi viajes a España, pero que puntualizo: después de leer este poemrio, me emociona más””. Pues bien, dentro de esta realidad castellana se va desarrollando una relación amorosa que es, insisto pura ensoñación; es una imagen. Pero surge un obstáculo: la distancia que separa a la voz poética y el imaginado ser a quien ha elegido como objeto de deseo.

Una vez definido el ambiente idilico, la distancia y el deseo, hay que reparar en una apelación o llamado de la voz poética al otro ser, pues lo convoca a existir, a vivir, a dejar el mundo imaginativo. El poema Existamos es un claro ejemplo de lo que señalo:

Pero mi piel es ahora suave, voluble y alada.

Por mi alma, hasta ahora aletargada,

fluye la savia procaz

de mi deseo impúdico y voraz.

Ya soy todo un arco iris de abrazos

que esculpen en el aire tu figura.

La sed de amar se duplica, se multiplica y el hablante del poema y la figura idealizada se abrazan. Cuando finalmente se entrecruzan sus miradas, el tiempo que inevitablemente lleva a la muerte se detiene en un presente eterno. Entonces la voz poética se convierte en la cautiva de ese ser soñado e idealizado al que eterniza en un presente.

Hace finalmente un llamado para que toda esta ensoñación se convierta en realidad, en una existencia real cuando dice:

Cuando rozo exactamente el aleteo de tu mirada,

el tiempo detiene su negra escalada.

Cautiva de haberte creado, Ya no te puedo olvidar

Igualmente, en el poema Seamos, el amor ideal crece, se concreta; se torna corpóreo y el tiempo se detiene en las calles conocidas por ambos. Tanto el hablante lírico, como ese destinatario o figura idealizada se convierten en esencia, en seres reales de esta manera:

Y darte el brazo y su firmeza

con el paso detenido y elocuente.

Y la huella veraz

y la palabra luz

por tanta calle amada

entre tu vida presente

y la mía olvidada:

Encuentro en estos dos últimos poemas mencionados una insinuación al Carpe diem, esa filosofía que nos mostraron los escritores renacentistas donde se hace un llamado a aprovechar la vida presenta, ya que la muerte acecha y con todo acaba. Es el mismo llamado a disfrutar, a vivir el presente hace la voz poética.”


La construcción de la verdad desde un amor en ruinas

Candelaria Gómez

Recorrer el poemario Desvaríos femeninos, hacia una poética de las emociones, es ponerse en contacto con los tiempos de la poeta y participar un poco de los desvaríos que, en esa búsqueda femenina constante, a todas nos toca en mayor o menor grado.  Es ser participe y tocar con la punta de los dedos las emociones de una mujer que en alas de afectos y desafectos se ahoga en un torrente de vivencias y deja salir las emociones contenidas en un caudal de imágenes.   La vida que le tocó vivir no fue sencilla y, aunque no reniega de ella, las emociones se le atragantan a menudo y tiene que expelerlas en un poema que, como a través de un velo, nos deja percibir retazos de su interior. 

Para entender el poemario se tiene que hacer un recorrido por un Museo de nostalgias que le provocan Verdades sencillas hasta escalar en Voces infinitas que despiertan sentimientos profundos que creía dormidos.  En el poemario Carmen crea una realidad alterna que se nutre con sus emociones y vivencias a través de su paso por la existencia.  Ella construye su realidad desde las vivencias de un amor en ruinas, desde sus tiempos y sus dudas. Es un amor que, a fuerza de represión, emerge de las ruinas lleno de luz y se convierte, a veces, en un amor platónico que vivifica el alma de la poetisa que lucha para seguir amando a través de las infinitas formas del amor y a pesar de las desilusiones que el amor ha tatuado en su alma. 

Como un dios con su creación, ella tiene el poder de revelar el misterio que encierra cada verso, pero decide que nunca será una revelación total, provocando en el lector un deseo de desentrañar la madeja para conocer más sobre las motivaciones de la autora.

Hay que recordar que la poesía ofrece dos puntos de vista, el que autor quiere dejar ver, ya sea de forma sutil o atrevida y el del lector, que a través de su percepción busca la intención de cada poema.   La poesía es abstracta y está sujeta a la sensibilidad del lector, por lo que un poema puede tener infinitos mensajes, depende de quien lo lea y hasta del estado de ánimo que se sienta al leerlo.   Aclarado esto, comienzo expresando mi percepción sobre el primer poema, Asombro, que da inicio a la tercera parte del poemario.

El amor platónico y sutil expresado en los poemas primeros parece no conformarse y la voz femenina nos recuerda, que a pesar del tiempo y de la madurez emocional y física, su cuerpo se estremece aún al revivir el placer de los sentidos.  Ese placer la hace vulnerable al toque de otro cuerpo y vuelve a soñar y a asombrarse con las sensaciones que le inspiran el placer compartido, hasta poder tocar con los ojos de los dedos los rincones más íntimos para escalar y descender la montaña de la entrega que su sensibilidad inventa o evoca.

Disfruta la pasión perversamente femenina que le provoca robarle una y otra vez el alma al ser amado hasta que solo quede el cansancio compartido quemándose en el sol que se asoma e incita al cuerpo despierto a continuar el disfrute hasta que anochezca otra vez.

En medio de este viaje por sus vivencias la poetisa descubre con tristeza que el amor soñado quizás le llegó a destiempo y, aunque ella está dispuesta a vivirlo a plenitud, sus sentimientos no son igualados por el ser amado, lo que la hace repensar si vale la pena poner sus sentimientos tan preciados en una relación tan confusa.

En el poema Sin saber, establece el contraste entre el amor de ella, sin excusas ni evasivas, y el de él que rehúye el compromiso, tal vez por temor a perder su libertad y le corta las alas al amor que ella está dispuesta a entregar, a pesar de las experiencias anteriores.

Guarda su dignidad sin reclamarle nada y escribe su mejor página de poesía con su silencio salvador que es más elocuente que las palabras:

Aislados momentos sin futuro los nuestros.

Tú, incorruptible al yugo del amor;

Yo con el roce de tus despedidas

en mis manos, …

Por qué será que mis recuerdos

deambulan entre miles de palabras

que sólo tú proferiste…

Sus emociones se derrumban ante el contraste de sentimientos que se debaten entre las ruinas de la desilusión y la belleza del amor que, a pesar de sus heridas, aún vive en la grandeza de su espíritu.   En su poema Estallido expresa:

Qué hacer con este estruendo de ruinas,

con esta inusitada luz

que hace brotar los recuerdos

por cada uno de los poros de mi piel.

Al final, se percata de que el adiós es la única salida; quedarse y conformarse con las migajas de un amor a medias no es aceptable para una mujer que en el amor se da por completo.  No quiere exponerse al embate inestable de un amor que se debate entre las dudas y prefiere buscar su paz interior lejos de él, aunque le cueste vivir un periodo de oscuridad y de represión.

Para evitar que el dolor se agigante con el paso del tiempo y poder seguir viviendo sin aniquilarse por el desamor, decide comenzar de nuevo y lo expresa en el poema Te diré adiós:

Ya no permitiré

que entren tus sueños

en mi bahía estrellada.

A pesar de la aparente rendición que se percibe en el poema Te diré adiós, enseguida nos deja ver que su voluntad le impide darse por vencida y que no sucumbirá ante esta prueba, por lo que racionaliza su existencia, mientras siente los espasmos de la soledad.   No se echará a morir por él y se reinventará con los pedazos que rescata de la despedida y surgirá más fortalecida para enfrentar la vida con la fuerza que renace de su determinación. 

En el poema Soledad en espasmo nos deja ver su valentía para superarse y volver a empezar, sin permitir que la amargura mate su alegría de vivir.  Aunque no renuncia al amor, sí debe conformarse, al menos por un tiempo, con uno platónico, inventado desde su soledad, así será.   Prefiere continuar sola, pero dueña de sus sentimientos:

Volveré a montarme en el viento

con mi bandera perenne de amor.

Volveré a construir la verdad,

pero esta vez más fuerte

y más honesta.

En fin, el poemario es un diálogo con las vivencias, con las ausencias, con el amor en todas sus vertientes, con el desamor, con la desesperación y la esperanza y un conjunto de confesiones veladas, donde a voz poética deja entrever sólo lo que desea. 

No son confesiones desnudas, están vestidas de imágenes sensoriales que las cubre con un velo azul y misterioso que le permiten conservar el derecho sobre su creación, dejando en el lector un sentimiento inconforme porque anhela descubrir un poco más del mundo interior de la mujer que expresa sus desvaríos femeninos. 


Sobre el poemario Desvarios Femeninos

Rafael Calderón

De primera instancia, me llamó la atención el título Desvaríos femeninos.  Pensé que sus versos trasmitirían un progresivo estado de locura. Sin embargo, conversando con la autora, el verdadero propósito del título fue desvelado. Es decir, cuando se habla de desvaríos, se alude a quimeras, imposibles ensoñaciones, y huidas de sentimientos, desde un alma que se siente encerrada en sí misma. Precisamente, la parte de este poemario que generó gran curiosidad en míi se titula, Fuga de nostalgias.

Debo aclarar que, como joven lector, me agradó la facilidad con la que se lee el contenido del poemario. Es decir, sus versos no responden a un patrón clásico de rimas, medidas o estrofas, sino que parecen establecer la cercanía con el lector como si se tratara de una simple conversación al estilo de la poesía modernista más atenta al mundo de las imágenes y sensaciones. A mi entender este poemario sigue las huellas de Pablo Neruda, el poeta chileno que escribió los famosos 20 poemas de amor y una canción desesperada.

Por ejemplo, en el poema Seamos escuchamos una conversación con el TU, y leo: “Y encontrarte como entonces, vehemente, entre azules huellas de complicidad latente, con ese “me gustas rojo” en tu decir vibrante… En ese sentido, el poemario no resultó ser un gran obstáculo para mi lectura y comprensión. Es decir, pensé que tendría dificultad visualizando los parajes de Castilla con sus cambios significativos en las estaciones del año que yo no he podido presenciar en la isla.

De hecho, mientras leía el poema “Capturano fue extraño imaginar frente a mí las frías cencellas, ese fenómeno invernal que parece cristales congelados, o apreciar las alfombras de trigo y amapolas que forman los colores de la bandera de España. Dichas imágenes me iban resultando familiares.

Pero más allá de mi sentir, conversando con la poeta, supe que estos cambios de la naturaleza reflejan el estado anímico y, por consiguiente, el grado de nostalgia de la voz poética que personifica los parajes, porque se siente dueña de ellos.  De manera similar a Julia de Burgos”, en su conocido poema “Río grande de Loiza”, Carmen Cazurro plasma un sentimiento platónico que va subiendo de intensidad en la medida que se apodera de ella el recuerdo lejano del ser amado, su aire, sus palabras su tierra….

Por ejemplo, en el poema Captura la voz poética, se mueve y vive idealmente entre mundos opuestos e imposibles, sin desesperarse para caer finalmente rendida ante el ser anhelado:

Como las amapolas

recorren con sus ríos rojos

los campos de trigo

suavizándolos de oro,

así me emociona el viaje por tu vena

sensible a mis caricias

mientras mi fragilidad se desespera

y me recuerda que soy

tributo perecedero de la primavera

Pero, aun así, en tu invierno,

deseo que dibujes mis pétalos

en la fría cencella

y sepas que mi centro orgulloso de reina,

aún congelado,

está en ti siempre

incluso en el amanecer gris

que no quieres ver por la ventana.

Pues ya soy rehén de esa mirada

Interpreto que la voz poética es la primavera que desea dibujar sus amapolas en el invierno frío, gris y hasta congelado, del ser amado. Se puede deducir que, en este sentimiento deseable, hay una diferencia no sólo de tiempo o de país, sino de edad entre los dos seres.

Otro poema que acaparó mi interés es el titulado Soy la costumbre, pues creo que es difícil romper con la monotonía de una vida cómoda. Hace falta valentía como la que expresa la voz poética para aceptar el dolor que ello supone:

Sería bueno

atentar contra mi vida

aprender a caminar

de nuevo.

Me hace falta la herida

gritar tu nombre,

para variar,

desde el amanecer

Esta dolorosa libertad conlleva posteriormente un grito que a mí me parece feminista o al menos es un mensaje de asertividad. Lo apreciamos en Los pasos de la tarde, cuando la poeta confiesa:

Yo nunca sabré

si volveré a pisar el aire,

si podré seguir los pasos de esta tarde…

si lo mío es quedarme

o partir,           

pero una voz con donaire

sale en estos momentos

de los confines más hondos

y exclama presurosa:

yo soy la cita.


Erotismo y ensoñación

Dra. Flor María Pagán

El poemario “Desvaríos femeninos” de Carmen Cazurro es una reflexión sobre la esencia del amor, sus fundamentos vitales, sus encuentros y desencuentros.

Voy a destacar como el erotismo de estos poemas, tiene como trasfondo literario “El collar de la paloma”, libro del poeta árabe-hispano Ibn Hazm de Córdoba, del siglo XII (que me consta conoce la autora por ser el más bello y completo tratado sobre el amor cortés y por ser considerado como la cumbre de la literatura andalusí) y , por otro lado, quiero destacar la maravilla poética bíblica del “Cantar de los cantares” del Rey Salomón que también se cuela en el poemario. Ambas obras son joyas literarias sobre el tema amoroso de un valor incalculable para la literatura medieval y renacentista de España, y forman un acertado bagaje cultural presente en la poesía de la autora, castellana por excelencia.

La voz poética abre el prólogo de su nostalgia amorosa con el poema titulado “Acuarela de dolores”, donde manifiesta que se siente un poco como la “tierra” de Castilla, donde alimenta su alma romántica y “aguarda el momento” de la llegada del amor, en medio de sus campos. Éstos, de manera inesperada y silvestre, permiten que crezca el amor” en “colores”, “aromas” y “trinos” y diferentes estaciones del año””, particularmente la primavera y el invierno. Por tanto, es en los campos de Castilla donde la voz poética despierta al amor como si se tratara de un paraíso terrenal.

En el poema titulado “Llegando a ti”, la ensoñación del amor se convierte en realidad para la poeta, pues la amada avanza por “un camino de flores silvestres” para lograr acercarse al objeto del deseo. Las acciones verbales de “alcanzar”, “tocar”, “mirar” o “confundirse en abrazo…” (que se acompañan de un silencio de tres puntos suspensivos”), evocan el importante lenguaje de la mirada que alimenta el deseo.

 La visión en la primera parte titulada Fuga de nostalgias es neoplatónica, ya que evoca el mito de los amantes que, a pesar de la lejanía y la ausencia de contacto físico, ansían ser parte de una unidad originaria. “Yo soy la cita”, dice orgullosa la voz poética en el poema Los pasos de la tarde, al estilo de un poema del amor cortés oriental, pues ella se autoproclama:  la “señora natural de estas tierras castellanas…” que va al encuentro de un “milenario caballero”, y apunto que es la única vez que se nombra al objeto del deseo, al otro ser, con un sustantivo y adjetivo. 

Posteriormente, se desatan emociones mientras se produce el encuentro y es el esplendor de la naturaleza en toda su esencia, el que la prepara para el primer encuentro amoroso. Este aparece de manera insinuante en el poema titulado “14 besos”. 

Cada verso del poema se deleita en una parte del cuerpo: manos, nuca, cuello, cabello, labios, que ya fueron motivos de excelsa elevación erótica en toda la poesía castellana: desde los poemas musulmanes llamados jarchas, el Romancero y el Cancionero; pasando por toda la poesía renacentista que exaltaba el vivir al día o el carpe diem.

Es en este poema donde el detenimiento en la naturaleza desaparece para dar paso al culto del cuerpo Esos besos “sin apellido”, pues no interesa nombrar al amante aún, despiertan “la tierra árida en sentimientos y emociones y “viajan” hasta la casa del amado, de forma que  no quedan rincones, ni “balcones” que no reciban, en puro  éxtasis, el néctar de esos besos. La razón, representada en el sabio Salomón, aconseja a la voz poética “cordura”, pero el amor, que no sabe de lógicas, elige la “andadura”, es decir, la aventura de abandonarse a los sentidos y confiesa:

El primer beso va en la mano

como un sendero abierto.

El segundo, en el hombro,

cerca del cuello;

como paso del viento.

El tercero en la nuca,

bajo el cabello;

en hechizado lamento.

El cuarto, en la oreja;

convertido en anhelada queja.

El quinto, en mis labios

para que la soledad el sexto

desenrede de la madeja del séptimo tormento …

Como en el cuadro de Chagall, los amantes vuelan en pleno éxtasis., pues esta devoción, que parece basarse en la afinidad espiritual, sublima al amado en el verso final:

Tomo, me tienes mientras vuelo…

Soy leña abrasadora

 y tú…me mantienes ardiendo

¡Ah, tus catorce besos!

El erotismo, en materia literaria, es la metáfora del amor en todas sus dimensiones. El erotismo es la vida de nuestro cuerpo, en lo inherente tanto a la sexualidad, como también a nuestro pensamiento y todo lo que es espiritual.

En otras palabras, es dejarse fluir, comunicarse, hablar, asumiendo la responsabilidad y el placer de ser. Ya en el “Cantar de los Cantares” de Salomón se advierte ese juego de atracciones que interactúan, con pausas, avances, retrocesos, silencios y exclamaciones. Es el goce y deseo por la ausencia y presencia de lo amado, reflejado en los textos a través de la sugerencia. Cada momento erótico es como una caja de sorpresas donde la autora ha encerrado sus energías más potentes con las que tiñe todo con un manto de deseo. Enciende la brasa para que el fuego arda, pero lo hace lentamente, con la suficiente morosidad como para que el deseo crezca, se inflame y, luego, fulgure. Es una insinuación dulce y sugerente del placer sexual, visual y estético.

El fino erotismo elevado a la espiritualidad, está presente en Respiración:

Ahora que no pido nada,

ahora que no espero nada,

viene el amor

a levantarme entre sus brazos

con la suavidad del mar;

a dibujarme dentro de una postal de luz

con prodigios de plata

Por su parte, la ensoñación la construye la voz poética en la simple vibración que siente al respirar el aire del amado y así reflexiona en el poema Comunión:

Recibo toda tu vida

en un suspiro

y la resumo

en mi respiraciόn.

Es una visión neoplatónica que tanto para la poeta Carmen Cazurro como para el poeta cordobés, antes mencionado, la naturaleza del amor consiste en la unión de las almas que, en este mundo creado, andan divididas en el tiempo y en el espacio, con relación a cómo eran en su elevada esencia. El amor es algo que radica en la misma esencia del alma y así dice la amada con tintes místicos:

Mi calma hecha de humildades

va levitando hacia tu alma ….

También el sentimiento amoroso se vuelve enfermedad como bien explica Avicena, el médico persa, que el poeta cordobés cita en su “Collar”. Es el mal de amores, la melancolía que provoca la ausencia del amado en un poema como El eco de un suspiro:

Mi corazón golpea tu puerta.

Tú tienes lo que yo busco: aire

palabra, tierra….

Me vuelvo insoportable sin ti.

Muero de ti.

Precisamente, Carmen Cazurro desde su mirada femenina en el siglo XXI, nos convence de que ciertas emociones transcienden con el paso del tiempo. Cierro esta fuga de emociones con el poema Cosa de dos:

Vamos a guardar ese día…

Para tener memoria de nuestra vida

Los dos nuevos en el alma preguntándose:

Por qué ahora…